Como resultado de la pandemia, el FMI proyectó que la economía global enfrentará una fuerte contracción, -3% en 2020, mucho peor que la de 2009 (-1,67%). Asimismo, supone una recuperación del orden de 5,8% para 2021, si y solo si la pandemia se desvanece en la segunda mitad de 2020 y la economía se reactiva.
Para Chile el FMI también proyecta una caída (de -4,5%) que supera con creces la de 2009 (-1,6%). De ahí que sea urgente, adicional a los esfuerzos sanitarios, amortiguar lo más pronto posible el impacto en las personas, las empresas y el sistema financiero. Tenemos un mercado que pide a gritos ser reactivado. ¡No hagamos oídos sordos!
Si bien parece ser una buena noticia que el tamaño de los planes fiscales y monetarios que ha tomado Chile estén relativamente alineados con los de otros países (6,7% del PIB en Chile; 10,9% del PIB en EE.UU., y 3,3% del PIB en Nueva Zelanda), es imperante que las condiciones de acceso a esos recursos sean acordes al momento crítico que vivimos. Hoy más que nunca los procedimientos deben ser simples y expeditos.
Sabemos, y es evidente, que estas medidas dejarán a Chile con un nivel de endeudamiento muy superior al que proyectábamos el año pasado. Muchos se están preocupando de las eventuales crisis futuras que esto puede traer, pero pocos de que el peligro más grande lo estamos enfrentando hoy y las medidas tomadas parecen ser correctas para una crisis como esta, sin precedentes.
Por M. Valentina Konow
Socia y Economista
FK Economics
Fuente: La Segunda