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Carlos Huneeus y el proceso constitucional: perspectivas y críticas

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A semanas del plebiscito de salida del nuevo proceso constituyente, en que los chilenos debemos decidir entre las alternativas a “A favor” o el “En Contra” al nuevo texto constitucional, conversamos con el cientista político Carlos Huneeus, académico de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile y ex director ejecutivo del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea (CERC). Sus perspectivas y análisis sobre el complejo proceso constitucional que enfrenta Chile es el tema central de esta conversación.

Pero la instancia también sirve para reflexionar sobre la formación en Ciencia Política en el país y el aporte de la disciplina para pensar Chile.

Jorge Fantuzzi: Quiero partir con algunas preguntas que están fuera de la contingencia, pero que me interesa realizarlas porque tienen que ver con la politología. Por lo que conocí en Estados Unidos me ha llamado la atención la diferencia curricular académica entre ese país y Chile, por ejemplo. ¿Cuáles son las diferencias que has observado en la formación de politólogos entre Estados Unidos y Chile?

Carlos Huneeus: Es una buena pregunta. Creo que las universidades y los institutos de ciencia política no siempre pueden conjugar de manera equilibrada un conocimiento teórico, conceptual y metodológico y, a la vez, estar orientados a responder problemas que enfrentan las sociedades.

Comencé mis estudios de ciencia política en la Universidad de Essex, Gran Bretaña, que era la sede del Consorcio Europeo de Ciencia Política (ECPR). En ese momento tendría alrededor de 30 o 40 institutos de diversos países de la entonces Comunidad Económica Europea (CEE). Tenía un staff mínimo, con un director ejecutivo que era catedrático de la universidad, una secretaria  y un asistente.

El ECPR se propuso y consiguió contribuir al desarrollo de la ciencia política, creciendo de manera notable. Cuando cayó el muro de Berlín, se desplomó la Unión Soviética y surgieron nuevos Estados, con sus universidades e institutos de ciencia política y se hizo presente en cada uno de ellos, creciendo en forma extraordinaria. Actualmente tiene más de 300 institutos en cerca de 50 países.  Y desde un comienzo tuvo la perspectiva de aportar a la integración europea y a desarrollar una ciencia política que se ocupara de los asuntos europeos y también de los nacionales, viendo la interacción entre ambos y mirando al mundo.

Me he formado en esa tradición, que continué durante mi doctorado en la Universidad de Heidelberg y después de éste, en mi investigación sobre la transición a la democracia en España y en papel de la Unión de Centro Democrático (UCD), de Adolfo Suárez, que condujo el cambio de régimen.

Ahora bien, en Chile la ciencia política ha tenido un muy difícil desarrollo, comenzando con el negativo impacto del marxismo a fines de los años 60 y comienzo de los 70, siguiendo con la dictadura y la cancelación de la actividad política y un restablecimiento de la democracia  en la cual la economía y los economistas tuvieron un papel fundamental. Se descuidó la política y a los partidos por la política tecnocrática, que es una forma de representación ajena y adversaria de la representación política democrática, que es en torno a partidos.

La mayoría de los académicos en las universidades chilenas hicieron su doctorados en universidades norteamericanas con supervisores familiarizado con la política de América Latina, que tienen un cierto parroquialismo hacia la región, sin considerar la política en Europa.  También las universidades norteamericanas se han contagiado de un complejo de inferioridad ante la técnicas cuantitativas de la economía, descuidado los planteamientos teóricos y conceptuales para el estudio científico de la política. El cientista social debería equilibrar el uso de conocimientos conceptuales, teóricos y metodológicos con los antecedentes que proporciona la realidad política e histórica del país que se estudia, sin tener un complejo de inferioridad ante otras disciplinas.

Jorge Fantuzzi¿Cómo ves la influencia de la formación centrada en teoría de juegos y estadística avanzada en comparación con una formación más humanística?

Carlos Huneeus: Soy crítico de esta teoría y de una formación en la ciencia social que la concibe separada de la formación humanista y el uso de la historia y de técnicas cualitativas para formular generalizaciones. La teoría de juegos tiene sofisticación teórica y puede ser útil cuando se examina la acción de pocos jugadores -, uno, dos, tres a lo sumo-, pero cuando se amplía -por ejemplo, en un país con un sistema de partidos fragmentado y más aún, junto a ello dividido por razones históricas o culturales-, no tiene la capacidad de abarcar la complejidad de las decisiones e imaginar sus consecuencias.

Jorge Fantuzzi: ¿Cuáles deberían ser los pilares de la formación de un politólogo, tanto formal como informalmente?

Carlos Huneeus: Hay que conocer a los clásicos de la ciencia política (Hobbes, Locke Montesquieu, Tocqueville), que se encuentran en la filosofía política y son la base la teoría política, una rama de mi disciplina. Uno de los profesores en la Universidad de Essex decía que el fundador de la ciencia política empírica había sido Aristóteles, porque había reunido todas las constituciones de Atenas, que eran más de 70. Aun no entiendo cómo las estudió en esos años: actualmente es fácil por disponer de la computación y las técnicas de análisis cuantitativo y cualitativo.

Cuando me refiero a los clásicos también me refiero a los del siglo XX, desde Max Weber a Robert Dahl, Giovanni Sartori, Juan Linz y Guillermo O´Donnell, los cuales tuvieron un preocupación por la teoría democrática empírica, pero también un buen conocimiento de los clásicos,  del siglo XIX hacia atrás.

En segundo lugar, la política comparada. Este ámbito indispensable y poco desarrollado de la ciencia política sobre Chile y en Chile. Sigue dominando una visión nacional, parroquial de la política, que se esconde a través del énfasis en la globalización y en  la expansión de los procesos políticos a nivel global.

En tercer lugar, es necesario entender la historia política en los últimos años, es especial, sobre el establecimiento de la democracia y su restablecimiento, lo cual también requiere considerar los legados de las dictaduras.

Por ejemplo, hace varios años politólogos chilenos consideraron a José Antonio Kast como un político populista y, más recientemente, como uno de ultraderecha. Sin embargo, lo hicieron tomando conceptos formulados a partir de la experiencias de las democracias avanzadas (Francia, Hungría, Italia, Trump en EE.UU,) y Bolsonaro en América Latina, que tienen contextos políticos muy distintos al de Chile. Es decir, importaron un concepto antes que Kast y los republicanos se hubieran perfilado nítidamente y con relevancia, como ha sido ahora durante las deliberaciones del Consejo Constitucional.

En este momento se puede argumentar que él es un político populista, que comparte posiciones de la extrema derecha en países de Europa central y occidental. No esperé esta evolución. En una columna en El Mercurio después de las elecciones al Consejo resalté el hecho que era un político de carrera y no un líder populista, como lo calificó el mainstream de la ciencia política nacional.

Los países tienen singularidades y Chile no es la excepción. Tiene una historia política marcada por pasar de un sistema económico cuya arquitectura institucional fue impuesta por la dictadura, en la cual no existe un Estado de derecho y el mercado libre, a un régimen democrático, en el cual hay  Estado de derecho y libre mercado. Esta fue un cambio político y económico de envergadura, que ocurrió con una economía que tuvo un fuerte crecimiento sostenido desde fines de los años 80 hasta fines de la década del 90 del siglo pasado, creando riqueza y mejorando las condiciones de vida de la población, pero con grandes costos sociales y medioambientales, que son la causa del malestar ciudadano del cual se alimentan los populistas.

El bajo nivel de institucionalización de la ciencia política explica, entre otras cosas, que es una disciplina que no fue considerada en el debate de los dos procesos constituyentes. Y ese fue un error, porque faltó el aporte de la disciplina para clarificar los alcances de ciertos capítulos de los dos anteproyectos, como el presidencialismo, el sistema de partidos, el sistema electoral y los alcances políticos de sus respectivas Constituciones económicas.

Jorge Fantuzzi: ¿Cómo la ciencia política se ha adaptado a los cambios sociales, como la revolución de la información y las grandes bases de datos?

Carlos Huneeus: Desde los años 50 hay una tendencia por incorporar la computación en el análisis político, con la formación de grandes bases de dato (socioeconómicos, electorales, encuestas, élites políticas y económicas, etc.) junto al diseños de técnicas para procesar y analizar esa información. Este desarrollo tecnológico lleva a extremos, en que hay una manipulación de esas bases de datos con el empleo de sofisticadas técnicas estadísticas que poco o nada aportan a la comprensión de los problemas que estudian, llegando a conclusiones bastante simples. Como escribía Giovanni Sartori (1970) ¡es como matar mosquitos con pólvora!

Este apoyo de la ciencia y la tecnología hace aún más necesario tener conceptos bien definidos, con capacidad de contener datos y luego contar con enfoques teóricos para analizar lo que puede ser una masa oceánica de información.

Jorge Fantuzzi: ¿Cómo afecta la tecnología y la ciencia de datos a la ciencia política, y cuál es su papel en la formulación de preguntas relevantes?

Carlos Huneeus: Como lo dije antes, la tecnología es un instrumento necesario de la ciencia política, pero no suficiente. Con el Big Data las universidades debieran asociarse con empresas privadas que trabajan en ello. Una de ellas es Unholster, que reúne datos socioeconómicos y electorales en los últimos 30 años, incluso asignando los escaños en los dos procesos constituyentes antes que el Servel.

Proceso constitucional chileno

Jorge FantuzziCarlos, yéndonos al tema constitucional que está muy presente actualmente ¿Qué te pareció el diseño de la Convención por parte de los republicanos, que tuvieron esta victoria electoral, en el nombramiento de los que iban a discutir el borrador de la nueva constitución? ¿Tú crees que supieron relacionar este diseño con los que fueron minorías en este nuevo proceso?

Carlos Huneeus: Esta pregunta es clave. José Antonio Kast consiguió un gran triunfo electoral al recibir  35 por cierto de los votos y elegir 22 de los 50 convencionales. Fue el partido dominante del Consejo Constitucional, una posición de poder diametralmente distinta a la que hubo en la Convención,  en la cual hubo partidos chicos, sin que hubiera una coalición que guiara la formación de acuerdos y en la cual 90 de los 155 convencionales eran independientes, sin guiarse por intereses comunes y sin rendirle cuenta a nadie.

Sin embargo, José Antonio Kast, en vez de impulsar una política distinta a la de la Convención, aprovechó la mayoría de su partido y la debilidad de Chile Vamos para imponer su mayoría, siendo tan abusiva como la que hubo en la Convención.

Republicanos llegaron al proceso constituyente sin tener un paradigma para ordenar su trabajo en el Consejo y con especialistas en derecho constitucional e historia política de Chile. Eso dañó la calidad de su trabajo y del anteproyecto.

Kast y los republicanos llegaron antes de tiempo a altas posicione de poder. Le ocurrió algo similar a Boric y al Frente Amplio. Este llegó a la presidencia muchos años antes del tiempo que habitualmente requiere un mandatario en Chile, con la excepción de Sebastián Piñera, quien nunca estuvo en política antes de 1989, y fue favorecido por el desplome de la Concertación.

Kast se convirtió en la principal figura de la oposición por el debilitamiento de Chile Vamos y por  el gobierno Sebastián Piñera, el peor desde 1990,  quien no supo qué hace ante el estallido social y terminó con un alto rechazo de la ciudadanía.

Recordemos que el candidato presidencial de Piñera, Sebastián Sichel, ex ministro de su segundo gobierno, alcanzó apenas el 12,6 por ciento de los votos, ubicándose en el cuarto lugar entre los postulantes. Además, los partidos de Chile Vamos perdieron un tercio de los votos en la elección parlamentaria de 2021 y eligieron solo 11 consejeros en la Convención Constitucional, la mitad de republicanos.

Jorge Fantuzzi: ¿El partido republicano dejó de lado las elecciones presidenciales por enfocarse en la Nueva Constitución?

Carlos Huneeus: Si, descuidó su carrera presidencial. En una entrevista para El Mercurio, Kast presidencializó el plebiscito del 17 de diciembre, planteando que en la campaña electoral él revertiría el bajo apoyo que tenía entonces la opción A Favor. En una carta al director del diario escribí que era grave que empleara el plebiscito constitucional para fortalecer su carrera política, presidencializando no sólo el plebiscito, sino también la Constitución. Esta decisión puso de manifiesto que Kast no estaba a la altura de las exigencias que plantea redactar una nueva carta fundamental que fuera capaz de interpretar a la población en su conjunto y no beneficiar su propia candidatura presidencial, abusando de la mayoría. En pocas palabras, incurrió en el mismo error que la Convención: tener una postura partisana y divisiva.

Kast y republicanos obtuvieron buenos resultados en las elecciones de 2021 y en las del Consejo Constitucional. Sin embargo, no mostraron poseer las capacidades de liderazgo en el segundo proceso constituyente. Tampoco las tuvo Chile Vamos.

El sistema de partidos está con graves problemas, que le daban a republicanos la ocasión de mostrar liderazgo y tener un liderazgo positivo y no excluyente. La izquierda está muy debilitada, sin alcanzar el tercio en el Consejo. El FA es una coalición de partidos, sin organización y escasa presencia electoral. El PC tiene organización, pero baja votación, 7,2 por ciento en las elecciones de 2021 y bajo respaldo en la sociedad. El Partido Socialista tiene un limitada votación, no tiene presencia en la juventud y entre los trabajadores y no ha renovado su elite dirigente, pues sigue bajo el poder de sus antiguos estandartes. Por ejemplo, el jefe de campaña de la campaña de En Contra es un antiguo político, Ricardo Solari,  que había participado en la campaña del No el plebiscito de 1988, 35 años atrás.

Eso significa, haciendo una comparación diacrónica, es decir, en el tiempo, que en la campaña presidencial de 1970 el comando de Salvador Allende hubiera nombrado como jefe de la campaña electoral a alguien que trabajó en la campaña presidencial del Frente Popular en 1938.

La Democracia Cristiana está en la irrelevancia, después de una prolongada larga crisis y agonía, al final fue un auto suicidio, cuando renunciaron numerosos parlamentarios y ex ministros. El ex presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle se mantuve alejado de la política nacional y del PDC, guardando silencio, que rompió hace pocos días para dar a conocer su apoyo a la alternativa A Favor, distinta a la de su partido, en Contra.

Los partidos de derecha tienen un grave problema, un defecto estructural, que les limita en sus capacidades de cumplir la función de sus partidos, que es la de agregar intereses en el sistema político. Tienen una débil organización y una alta dependencia del poder económico, el cual financia sus campañas electorales, apoya a sus partidos y financia los centros de estudios vinculados al sector, todo lo cual limita la autonomía de los partidos y  de sus think tanks.

Su principal figura, después del general Pinochet, ha sido Sebastián Piñera, es un billonario que  comenzó a formar su fortuna en dictadura y la aumentó exponencialmente en democracia, cuando era senador y candidato a la presidencia en 2005 y 2009 sin separarse de sus negocios. Tampoco lo hizo cuando llegó a La Moneda en 2010 y 2018.

Esta dependencia económica es una de las principales diferencias con  la derecha europea, con partidos y centros de estudios autónomos del poder económico. Pienso en los conservadores británicos y en los demócratas cristianos alemanes, partidos de derecha y centro derecha, cuyos ministros y parlamentarios son políticos de carrera y no altos ejecutivos o controladores de empresas, como ocurrió durante los dos gobiernos de Chile Vamos.

Este defecto estructural de la derecha es muy negativa para sus partidos y para Chile. Las desigualdades económicos tienen que estar dispersas, es decir, los que tienen poder económico no pueden tener poder político. Acá, por el contrario, están acumuladas.

Jorge Fantuzzi: ¿El que el Senador Rojo Edwards, republicano, esté haciendo campaña por la opción en contra, siendo que la propuesta constitucional fue escrita mayormente por miembros de su militancia, es parte de un diseño estratégico del partido?

Carlos Huneeus: Los parlamentarios en Chile tienden a seguir una estrategia personal, a costa del partido. Esto constituye un desafío para el líder del partido, José Antonio Kast, de integrar liderazgos individuales a fin de crear un partido como un esfuerzo colectivo y hacerlo oportunamente. Si algo muestra nuestra historia política en los últimos años es la baja disciplina, cohesión y lealtad partidaria de los parlamentarios.

Jorge Fantuzzi: En caso de que se vote A favor o en Contra de la Constitución, ¿Cómo crees que quedará el Gobierno en cada uno de estos escenarios?

Carlos Huneeus: En uno y otro caso, pienso que el Gobierno no se verá muy afectado. A través de sus partidos, el gobierno  ha sufrido dos graves derrotas en poco más de un año: el plebiscito del 4 de septiembre de 2022, que rechazó el anteproyecto de la Convención, y en la elección al Consejo Constitucional del 7 de mayo de este año sus partidos fueron derrotados ampliamente, sin conseguir un tercio de los consejeros que le habría permitido tener un poder de veto. También cometió errores políticos importantes, como haberse jugado por la opción Apruebo.

Además, es un gobierno minoritario en un doble sentido: en el electorado y en el Congreso. El presidente Boric y el FA y PC hicieron una oposición muy dura contra el gobierno de Piñera. Debieran haber esperado que la actual oposición podría devolverles la mano. En síntesis, tiene un escenario extremadamente difícil; probablemente, el resultado del plebiscito no le perjudicará directamente.

Si gana el A favor, va a tener que llegarse a un acuerdo parlamentario para llevar adelante la abultada agenda legislativa contemplada en los artículos transitorios. La derecha no tiene la mayoría para imponerla.

Jorge Fantuzzi: Si pudieras modificar la Constitución Actual ¿Cuáles cambios le harías y cuáles serían los más importantes en el sistema político?

Carlos Huneeus: Debiera establecerse claramente la función central de los partidos políticos en la representación política, tal como lo tiene la constitución española y la constitución alemana -la Ley Fundamental-. Eso es la función de los partidos. Se constitucionaliza a los partidos.

El segundo punto es que no será fácil la traducción de esta hipotética norma constitucional en el sistema político. Durante 30 años hubo actitud difundida en políticos de distintas posiciones políticas que se empeñaron en actuar con independencia de sus partidos, imaginando una política sin partidos políticos. Romper con esa tradición y lograr tener partidos organizados es una tarea política compleja y ardua, bastante más complicada que la voluntad de imponerlos desde arriba con la nueva Constitución.

Se asimiló una forma de hacer política sin partidos. Y eso explica muchas cosas. Por ejemplo, no existió financiamiento público a los partidos durante un cuarto de siglo, hasta la ley de 2015. Nadie reclamó que no hubiera financiamiento de los partidos.

Este vacío institucional llevó a los parlamentarios, hasta a los candidatos presidenciales en 2009 y 2013, a buscar financiamiento en los grupos económicos y en las grandes empresas. Como decía Milton Friedman, no hay un desayuno gratis. Los elegidos perdieron autonomía de sus donantes, lo cual se tradujo en una legislación y políticas públicas amistosas con el sector privado en ámbitos laborales, medioambiental, tributario e inmobiliario. Tuvo como consecuencia, que los gobiernos de centroizquierda siguieron políticas que no se diferenciaron de las que impulsaron los Chicago Boys.

Cuando se dice que con una nueva Constitución se terminará el multipartidismo y la fragmentación del sistema de partidos se incurre en una promesa inviable de cumplir. El sistema de partidos depende de múltiples factores, macropolíticos y micropolíticos, de liderazgo y tipo de competencia política. Así lo demuestra la experiencia comparada, incluso Alemania.

Lo segundo que cambiaría, serían las leyes orgánicas constitucionales (LOC), que extienden instituciones y derechos contenidos en la carta fundamental, favoreciendo valores e intereses particulares -de los militares, el sector privado, a la educación privada, extendiendo la rigidez de la carta fundamental porque para reformarlas se requiere una supra mayoría, al igual que en las reformas constitucionales.

Entonces aquí hubo una segunda área de protección de los intereses y los valores de los que redactaron la Constitución del 80, de los que ejercieron el poder hasta el 10 de marzo de 1990 y que la derecha defendió empleando el poder de veto que le dio la carta fundamental.

Las LOC fueron una segunda línea Maginot, por así decirlo, que fortaleció los derechos e instituciones de la Constitución del 80. La experiencia comparada con este tipo de leyes – por ejemplo, España y Bélgica- es muy diferente: se reforman por mayoría absoluta del total de parlamentarios.

Estas serían las dos grandes materias que cambiaría.

Jorge Fantuzzi: ¿Qué destacarías, sea algo bueno o malo, del borrador de la Nueva Constitución?

Carlos Huneeus: Esta constitución, como decía al comienzo, es un espejo del anterior proceso constituyente. Yo no encontraría algo que destacar porque no tiene ningún sentido destacar algo cuando sabes que hay un diseño institucional partisano. Es muy sectario, tiene una orientación valórica muy conservadora, impropias de una democracia pluralista.

Es un mal anteproyecto. Sin llegar a ciertos extremos del anterior – aborto libre, feminismo radical, autogobierno para los pueblos originarios, identidades subnacionales, etc. -, tiene disposiciones francamente intolerables.

Por ejemplo, fortalece el sistema económico heredado del régimen de Pinochet, cuya arquitectura institucional fue continuada por los gobiernos de la Concertación. Es uno de mercado puro, en los conceptos de Linz y Stepan (1996), que es incongruente con la democracia, la cual requiere una sociedad económica, en la cual el Estado tiene un papel en la economía, particularmente en las regulaciones y en la provisión de bienes públicos.

A esto se agrega profundizar las desigualdades, al eximir del pago de las contribuciones a la primera vivienda, que beneficia a los más ricos. También lo es al establecer que “los gastos objetivamente necesarios para la vida, cuidado o desarrollo de la persona y su familia (que) se considerarán deducibles para la determinación de los tributos que corresponden”. (art. 16, numeral 31, letra b).

Tiene una postura ideológica contra el Estado con alcances que dañan su propia naturaleza. No se puede construir un Estado social y democrático de derecho y ampliar al acceso a una amplia lista de derechos sociales, mostrando su talante populista, si al mismo tiempo le impide al Estado tener el financiamiento necesario para cumplir esas obligaciones.

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