En el libro “En búsqueda de la productividad perdida”, Leatherbee, Frías y González señalan que el emprendimiento es uno de los factores que tiene efectos relevantes sobre el crecimiento, el empleo y la redistribución de la riqueza. Profundizan explicando que según amplia evidencia académica, uno de los canales por los que el emprendimiento afecta la productividad de los países es la transmisión de conocimientos e innovación.
Intuitivamente no nos debería llamar la atención. Cuando pensamos en emprendimiento, generalmente nuestra primera idea es sobre empresas tecnológicas que venden productos innovadores. Efectivamente, esas empresas son emprendimientos y cumplen un rol importante en el desarrollo de los países.
Sin embargo, hay muchos otros emprendimientos que no son necesariamente innovadores. Una panadería, una lavandería, un almacén, una faena agrícola, también son algunos ejemplos de emprendimientos. Emprender implica comenzar algo nuevo, independiente si es innovador o no. Estos emprendimientos también impactan en nuestra economía.
En Chile está lleno de emprendedores. De ellos dependen muchas familias. En algunos casos representa la fuente de ingresos del hogar y en otros casos implica, además, el desarrollo –en un sentido integral- de proyectos y sueños personales o profesionales. El emprendimiento abre puertas, genera oportunidades y, por lo tanto, es también una palanca de movilidad social. No es exagerado decir que el emprendimiento en Chile es un motor de desarrollo social y económico.
Por eso san tan importantes las políticas que se están preocupando ahora de miles de emprendedores. Si muchos emprendimientos fracasan o desaparecen por culpa de la pandemia, implica un golpe a los ingresos de las familias y a su desarrollo, pero también a todos los chilenos. La recuperación económica insoslayablemente será más difícil y lenta si muchos emprendimientos cierran sus puertas o no se dan las condiciones para que se creen nuevos emprendimientos. Por el contrario, si los emprendimientos son capaces de sobrevivir a esta terrible crisis, la recuperación económica será más orgánica y menos traumática. Si a eso le sumamos apoyo durante el periodo de reactivación para facilitar la creación de nuevos emprendimientos, mejor todavía.
Es la hora de ampliar capitales semilla de Corfo, Sercotec y Fosis, reducir barreras burocráticas a la entrada a los mercados, capacitar a los que no pueden operar con normalidad todavía y facilitar (o incentivar) la inversión privada de venture capital a través de diferentes mecanismos. Tampoco hay que olvidar a muchas fundaciones que apoyan el emprendimiento en diferentes formatos. Todo esto sumado a los beneficios en materia tributaria y de préstamos con garantías estatales que ya se están dando y, por cierto, de nuevas políticas como Start Up Ciencia que viene a refrescar el abanico de posibilidades que tienen los emprendedores. El presupuesto en base cero que se está proponiendo es una gran oportunidad en este sentido. Por otra parte, un gran riesgo es que el clima de descontento y crispación política generen tanta incertidumbre que resulte imposible emprender una vez que se levanten las barreras sanitarias.
Es clave que no nos olvidemos de los emprendimientos en estos tiempos de pandemia para que ellos puedan devolverle la mano al país cuando volvamos -aunque sea en parte- a la normalidad.
Jorge Fantuzzi, economista socio de FK Economics